Un estudio de la Universidad de Columbia reveló algo poderoso:
Los niños que cenan con su familia al menos 4 veces por semana tienen mejor rendimiento académico, más vocabulario y mayor autoestima.
¿Por qué?
Porque en esas comidas no solo se comparte comida, sino palabras, atención y cariño.
Durante la cena se escuchan historias, se resuelven dudas, se ríe y se aprende a escuchar.
Eso refuerza el vínculo emocional, la disciplina y el pensamiento crítico.
Los investigadores encontraron que los adolescentes que comen con su familia 5 a 7 veces por semana tienen casi el doble de probabilidades de obtener notas A o B que quienes rara vez lo hacen.
No se trata del menú, sino del momento.
Una mesa encendida une más que cualquier pantalla.
Y quizás, ese pequeño hábito sea el mejor regalo que puedes darles.
Fuente: Columbia University – National Center on Addiction and Substance Abuse (CASA)








